Locomotoras inglesas Kitson – Meyer.
Las locomotoras de modelo Kitson-Meyer, que son las máquinas a vapor más conocidas del Ferrocarril Transandino, tanto la parte argentina como la chilena. Esas magníficas locomotoras, de que había seis en Argentina y tres en Chile, eran articuladas y también dotadas con mecanismos para operar sobre la cremallera. Fueron encargadas a recomendación de los ingenieros consultores londinenses Livesey, Son, & Henderson, y lograron hacer algo que el Dr. Roman Abt, inventor del sistema de cremallera ocupado sobre el Transandino, había considerado prácticamente imposible, es decir, arrastrar trenes de un peso de 150 toneladas sobre los tramos más inclinados. La Kitson era una empresa fabricante, domiciliada en Leeds, en Inglaterra, que adaptó una variante de locomotoras articuladas que había ideado el ingeniero francés Jean Jacques Meyer. Las seis Kitson Meyer argentinas se construyeron 3 en 1909 y 3 en 1911, siendo su disposición de ruedas 0-8-6-0T. Las fabricadas en 1909 tenian los números 38,39 y 40 ( 4669,4670 y 4671 según su número de fábrica) y las de 1911 43,44 y 45 ( 4842,4882 y 4883 ). Las primeras cuatro eran semejantes a las Kitson-Meyer chilenas, pero las últimas dos eran mayores, aunque también generalmente comparables. Las Kitson-Meyer argentinas se convirtieron, en años posteriores, al uso del fuel oil (petróleo pesado), pero las chilenas siempre se alimentaron con carbón.

Las tres Kitson-Meyer chilenas se construyeron en 1907 (№ 7), 1908 (№ 8) y 1909 (№ 9), y su disposición de ruedas era 0­8+6­0T, que significa que tenían un boguie motorizado delantero, de ocho ruedas, que movía la locomotora sobre los tramos a adherencia, y otro trasero con seis, dentro del cual se ubicaba la maquinaria a cremallera. Inicialmente tenían también un motor a cremallera auxiliar colocada en el boguie delantero, pero esto constituía una complicación excesiva, y fue removido de las locomotoras, en la maestranza de Los Andes, en 1913 y 1914. Aunque complicadas las Kitson-Meyer, también fueron exitosas, y no fue hasta 1971 que una de ellas hizo su último recorrido. Subieron con la chimenea detrás, para que el humo echado en los túneles no asfixiara a los tripulantes, al costo de dificultar el control del nivel de agua en la caldera.
En la década de 1960, las máquinas a vapor y diesel eléctricas se alternaron en la tarea de remolcar los trenes del Ferrocarril Trasandino. Aquellas corrieron hasta 1968, cuando las Kitson Meyer fueron retiradas de servicio. A partir de entonces, y hasta el cese total de los servicios, en 1993, las máquinas diesels eléctricas se quedaron con el monopolio de los servicios de cargas del
Trasandino. En el transporte de pasajeros, sería la época del predominio de los coches motor de alta montaña.